14 de octubre de 2009

El Secreto de sus Ojos: ¿En qué se parecen la justicia argentina y el amor?

>> La justicia pospone un caso y nunca más decide cerrarlo. Los humanos dejamos pasar el amor y, por miedo, no lo revelamos. De novedosa actuación e impecable dirección, El Secreto de sus Ojos maravilla a la audiencia.

Insertos en la resolución de un crimen cometido hace 30 años, los ojos de los protagonistas delatan el amor que hace tiempo se tienen y nunca se animaron a expresar. Escrito, dirigido y montado excelentemente por Juan José Campanella, este film contiene todo lo que una película necesita para recibir méritos. Una joya del séptimo arte nacional que, sin duda, quedará en la historia.

Benjamín Espósito (Ricardo Darín) e Irene Menéndez Haskins (Soledad Villamil) se reencuentran luego de años de trabajar juntos en el Palacio de Justicia de Tribunales. Espósito, convencido de que un caso que no pudo resolver antaño le cambió la vida, decide volver y terminar por definirlo. Pero a su retorno se encontrará con una cuestión más importante y aún también sin resolver: los ojos de Irene lo aman.

Con un manejo de la dirección de actores muy detallado por parte de Campanella, los intérpretes consiguen ser naturales. Se distingue la actuación de Guillermo Francella, quien se atrevió a salir de su común "Pepe Argento". Entre él y Villamil, la película adquiere cuotas de humor justas, que no degeneran la historia pero la hacen ágil y divertida.


La idea detrás del tema es clara: por un lado, una acertada visión sobre el desastre judicial en la Argentina y una seria condena al régimen militar de los setenta. Aunque la historia justifica la justicia por mano propia, se argumenta en que el Poder Judicial argentino no nos deja otra opción.

Por otro lado, la falta de comunicación entre dos personas que se aman puede llevarnos a vivir una vida próspera pero vacía. Los protagonistas solo tienen sus miradas para expresar, en secreto, lo que se sienten. Y recién luego de 30 años son capaces de ceder ante el orgullo y vivir el amor.

Merece la pena describir la escena en la que Espósito va a buscar al sospechoso del crimen a la cancha de Huracán. Sin duda alguna, un trabajo de edición y rodaje impecable, en el que la cámara sobrevuela el estadiocon un movimiento armonioso y arriesgado. También el uso que hace Villamil de sus ojos, de realidad insospechable, sumado al “close up” del cámara sobre su mirada, hacen que el discurso termine por demostrarse como fabuloso.

Sin lugar a dudas, El Secreto de sus Ojos es una película que a cualquier argentino le daría orgullo ver. Una vez más queda demostrado que, aunque con poco, tenemos grandes artistas.


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