>> Después de “El niño argentino”, Mauricio Kartun vuelve a pulverizar a las clases altas y medias de principios del siglo pasado, en su nueva obra “Ala de criados”.
Enero de 1919. Rodeados de huelgas y represión de la Semana Trágica, tres primos aristócratas se asolean, sin nada más que hacer, en una playa de la Mar del Plata pre-peronista.
Asistidos por su fiel criado Pedro Testa, los primos Guerra (Tatana, Emilito y Pancho) deciden colaborar con la Liga Patriótica y atacar la biblioteca “Juventud Moderna”, repleta de bolcheviques que, según ellos, intentan formar un soviet.
Finalizada la matanza, una ola de secretos sociales, políticos e, incluso, sexuales, comienzan a ser revelados entre los Guerra y su lacayo, infligiéndole a “Ala de criados” un final abierto y distinto al esperado.
Mauricio Kartun, autor y director de la obra, creó con ironía, estilo Chejoviano y suspicacia una gran pieza de teatro -devenida en metáfora- que refleja una tesis ideológica de corte político-social: la aristocracia siempre usó, a lo largo de la historia argentina, a la clase media como criados políticos, panegíricos y cómplices de sus secretos.
Con un profundo conocimiento de los hechos históricos, Kartun acerca al criado –representante de una clase media ciega, sumisa y muy aduladora- a los jóvenes aristócratas, retratando con cinismo y gracia la alienación social y los problemas de la sociedad argentina.
Los textos son de suma importancia, a tal punto que relegan a las actuaciones. La teatralidad en la obra es escasa. Las escenas transcurren todas en el mismo lugar. Sin embargo, la escenografía, el vestuario y la utilería dejan de ser meros acompañantes de la narración. Tienen significados en sí mismos, estando allí de pura semiótica.
Laura López Moyano interpreta con astucia a Tatana. Ella es la más intelectual del trío, educada a la vieja usanza pero completamente sarcástica con la misma. Cumple un papel fundamental como narradora, teniendo que oscilar permanentemente entre complicados monólogos y diálogos poéticos.
Alberto Ajaka, quien lleva el rol del empleado Pedro Testa, es quien revela la tesis de la obra sobre el final. Cansado de depender del eterno capricho de los jóvenes y de satisfacerles los deseos sexuales a todos ellos, Pedro explota y declara la cruel realidad: “Hay que pegarles a los negros, les pegamos a los negros, hay que pegarles a los anarquistas, les pegamos a los anarquistas. Ustedes arman la revuelta y nosotros salimos con la banderita por Boulevard Callao”, refiriéndose con “ustedes” a la clase alta.
Del subsuelo del Teatro del Pueblo, el público de “Ala de criados” sale conforme y afecto a la reflexión…