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7 de noviembre de 2010
Las parejas jóvenes y el sueño de “la casa propia”
Por la mente de una persona de entre 18 y 30 años suelen transitar muchos pensamientos: recibirse rápido, conseguir un trabajo estable, conquistar una novia o un novio que sea “para siempre”. Todos, como es de esperar, apuntan hacia el futuro y se mantienen expectantes y ansiosos.
Pero de entre aquellas preocupaciones, una destaca por ser dificultosa: dejar de alquilar o vivir con los padres para enraizarse en un terreno propio y no tener que depender de nadie más. Es el sueño de la casa propia que, si bien también lo tienen muchos adultos, aparece con frecuencia en los grupos juveniles.
Al parecer, en la Honorable Cámara de Diputados de la Nación observaron el problema con detenimiento y uno de sus miembros, el diputado Juan Carlos Dante Gullo, presentó un Proyecto de Ley para crear el “Régimen Nacional de incentivos para la adquisición de vivienda única, familiar y permanente para parejas jóvenes”.
En pocas palabras, propone entregar créditos blandos a parejas que quieran irse a vivir solas. “Se pretende llegar a todos aquellos jóvenes que lo necesiten y cumplan con los requisitos. Pero el alcance y la cantidad de dinero a prestar es algo que se determinará una vez se debata el proyecto en el Congreso. El Proyecto recién está en la Comisión de Vivienda todavía”, aclaró a Se escapa la semifusa el autor del Proyecto, el diputado nacional Dante Gullo.
Pero, ¿qué es un crédito blando? “No es una subvención camuflada como algunos creen, sino un crédito con mayores facilidades de pago y una tasa más accesible a la realidad de un joven”, explicó el licenciado en economía Gustavo Eidlin a este blog.
La medida tuvo amplia aceptación en el sector juvenil. Esto no es de extrañar, ya que los números hablan por sí solos a la hora de describir la frágil situación que enfrenta el sector.
Según un estudio realizado por Reporte Inmobiliario –una asociación que concentra la información y las investigaciones en materia de bienes raíces-, para acceder a la vivienda propia se necesita ahorrar durante ocho años la totalidad de un sueldo promedio de mil pesos. Esta cifra duplica las estadísticas de hace diez años atrás.
Si se calcula que el sueldo promedio de un joven –con trabajo estable- es de mil pesos, en ocho años reunirá 96 mil, lo que le alcanzará únicamente para comprar un departamento de un ambiente en Almagro. Esto si no gasta un centavo de su sueldo en nada más.
A su vez, los préstamos bancarios que se ofrecen tampoco favorecen la compra de la casa propia. “En los noventa, de quienes compraron vivienda el 40% lo hizo con créditos hipotecarios. Luego de la crisis del 2001 –y de los remates-, la tendencia cayó y esa cifra terminó, para el 2007, en 8,7%”, comenta Rubén Ciccilli, dueño de una inmobiliaria y abogado asesor en adquisición de empréstitos hipotecarios. “Las ofertas de los bancos en materia de hipotecas son escasas y cuando las hay, los requisitos son imposibles”, agregó Ciccilli. A todo esto se le suma el desempleo juvenil (ver apartado abajo).
Es por eso que, si se sanciona la ley de créditos blandos para parejas jóvenes, se facilitaría el camino de una generación que, de otro modo, podría perderse.
El diputado Dante Gullo explicó a Se escapa la semifusa que los requisitos para acceder al empréstito son “tener entre 18 y 30 años y estar casados por civil o haber convivido por un mínimo de dos años en concubinato”.
Los créditos a repartirse tendrán un plazo máximo de veinte años y la tasa será de un 30% por debajo del promedio de las tasas vigentes en los créditos hipotecarios.
Aun así, los ciudadanos no tienen absoluta confianza. El miedo principal es que se repita lo que se vivió allá por el 2001. “Cuando mi viejo pidió un préstamo hipotecario en los noventa, para el 2001 le estaban rematando la casa porque le habían acortado el plazo y no podía pagarla”, recuerda Tomás, quien, con 23 años y luego de estar alquilando con su novia un monoambiente por más de dos años, decidió empezar el dificultoso camino de hacerse propietario.
Es por eso que el Proyecto de Ley -que también lleva las firmas de los diputados Gustavo Marconato, Diana Conti, Ariel Pasini y Gerónimo Vargas Aignasse- establece que “Las viviendas adquiridas o construidas mediante el presente régimen se considerarán, a todos los efectos y sin necesidad de trámite especial, como Bien de Familia”. Es decir que, por proteger jurídicamente al núcleo familiar, los inmuebles adquiridos quedarán al resguardo de cualquier posible ejecución o remate en un futuro por falta de pago del préstamo.
Por su parte, el economista Eidlin también reconoce que puede existir un peligro si la gente no devuelve el dinero. “De todas formas, como no creo que sea tan multitudinaria la entrega de estos créditos, la incobrabilidad no sería de un peso significativo”, consoló. Mientras que Dante Gullo, autor del Proyecto, manifestó que “el gobierno debe cerciorarse de que se pueda cobrar eso. Y la justicia debe velar por el correcto funcionamiento de la ley, en el caso de que el gobierno cambie. Las leyes están hechas para cumplirse”.
Para terminar, Eidlin aconsejó a los jóvenes que piensan en irse a vivir solos “que trabajen mucho, ahorren, piensen en su futuro (no sólo en el presente) y estén a la expectativa de posibles facilidades que pueda brindar el Estado para acceder a la vivienda propia” y, en cuanto al Régimen que instalaría el Proyecto, pidió que “si se llega a aprobar una ley así, se piense cuidadosamente su reglamentación y no se generen falsas expectativas en el mercado”.
Desempleo juvenil en alza
Tomás, con 23 años, acaba de recibirse de licenciado en Comunicación y, hasta que consiguió su trabajo actual, estuvo dos años buscando. “Me metí en todos lados: Zonajobs, Computrabajo. Llegó un punto en el que me desmotivé. Tenía, por fin, el título en mano y era joven, pero ahora, además, me pedían excesiva experiencia o algún contacto relevante. Todo lo querían por unos míseros mangos”, contó a este blog.
Según la Organización Internacional del trabajo (OIT), el desempleo juvenil creció en los últimos años y hoy, en los países en vías de desarrollo, 152 millones de jóvenes tienen problemas de empleo, ya sea porque ganan muy por debajo de la Canasta Básica o porque no tienen trabajo.
Además, según el Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA) el desempleo juvenil es del 16% y duplica al de los adultos. El informe también asegura que solo el 36% tiene derechos laborales garantizados –es decir, están en blanco con vacaciones pagas y un mínimo de ocho horas diarias- y que a muchos les cuesta conseguir trabajo porque les piden una contradicción: experiencia y juventud.
De acuerdo a Gustavo Eidlin, licenciado en Economía, “el desempleo juvenil se soluciona con más inversión en el sector privado por parte de los empresarios y mayor interés por la capacitación y profesionalización de los jóvenes”.
7 de julio de 2010
Fragmentos de nuestro naufragio, acaecido el 20/01/2014
Jamás hubiera creído que nuestros deseos de aventura concluirían en infortunios desesperantes. Pero nada importaba. Tenía todo calculado. Volábamos a 250 Km. por hora. A las siete, según ella le había preguntado al piloto, estábamos a la altura de Guadalajara. Ahora, luego del brusco descenso, eran las diez. Por lo que, si mis cálculos no me fallaban, andábamos a 750 Km. de Guadalajara, en dirección oeste -por la puesta del sol-. Y allá íbamos, al sol.
De todos modos no fue mi razón, sino sus palabras, las que me estimularon: “Ya fue, Juan, no remes más. Si nos morimos, lo hacemos juntos”. No es que no haya querido morirme junto a ella. Sinceramente ese era mi mayor sueño, pero quería que nuestro hijo tuviese una vida. Sentía que todavía no habíamos cumplido, además, nuestra misión en la Argentina. Por todo eso seguí remando.
“En la aspiración hay más goce que en la consumación, escribió Shakespeare una vez”, le dije. “Yo no sé que fumeta se pegó, pero seguro que la espera compartida de un hijo es mejor que cualquier enamoramiento cualúnque, platónico, que no tiene razón de ser…”
“Tengo miedo, Juan. Frío y miedo”, suspiró mi mujer. En ese momento me sentí fuerte. Toda mi masculinidad junta se puso al servicio de un solo objetivo: protegerla. Me acerqué suavemente, le acaricié la cara, le comí la boca sin preguntar y, sin dejar de mirarla a los ojos, comencé a bajarle los pantalones. Por mi cabeza se iluminaron recuerdos de Chascomús. La carpa, el amor, la libertad. Cuatro años habían pasado. Desabroché su corpiño y, sintiendo como ella me bajaba los shorts de fútbol –los únicos que habían logrado resistir al accidente aéreo-, decidí que no me arrepentía de nada.
Nos encontrábamos en un mar abierto, pero la noche hacía de ese el sitio más íntimo y salvaje. Éramos los únicos seres racionales de aquella marea. La única escoria que podía superar los instintos y amar a pesar de cualquier adversidad. “Solo el amor logrará vencer las inquisiciones”, resonaba en mi asustada mente.
“Todavía me emocionan tus ojos. Todavía tengo esperanzas de cambiar el mundo con mis acciones. Si no soy el héroe de la Historia que quise ser, seré tu héroe. Y nuestra tragedia, esta anécdota”, le dije mientras le demostraba que, aún en las peores condiciones, todavía complementábamos.